San Cayetano de Thiene, en un libro del Setecientos, se presenta como el que dio lugar a la tradición de montar un pesebre en las iglesias y casas particulares en Navidad.
La Iglesia de los Santos Apóstoles, en la zona detrás de la Catedral, es la segunda de las iglesias donde fueron recibidos los Teatinos de San Cayetano de Thiene (la primera es San Paolo Maggiore); es una de las más antiguas de la ciudad, tanto que la leyenda atribuye su fundación hasta a Constantino, que la habría hecho construir en el sitio de un templo de Mercurio. A esta leyenda, no más que eso, también se refiere la inscripción en la fachada. De hecho, la iglesia fue fundada hace más de un siglo después por el Obispo Sotero y fue, con Santa María, San Juan y San Giorgio, una de las cuatro parroquias en la que estaba dividida la cristiandad napolitana. Por la historia de la literatura, se recuerda que en su cripta fue enterrado el gran poeta barroco Giambattista Marino.
Los monumentos de arte son muchos: quiero que recuerdes sólo el monumento a Vincenzo Ippolito, esculpido por Giuseppe Sanmartino, del que se celebran no sólo las obras de mármol, sino también las cabezas de terracota de los «pastores» para el pesebre.
Sin embargo, la Iglesia de los Santos Apóstoles nos interesa aquí principalmente por la memoria de San Cayetano que en el desarrollo de la devoción al pesebre en Nápoles ocupa un lugar privilegiado.
San Cayetano, en Nápoles, no es un santo cualquiera. Su estatua se encuentra en la plaza que lleva su nombre y que era el ágora, el centro de la antigua Neapolis.

Detrás de la basílica de San Paolo Maggiore.
La gran iglesia dedicada a los Santos Pedro y Pablo, que tomaron el lugar de los Dioscuros del paganismo, es conocida por unos pocos como «la iglesia de San Paolo Maggiore»: la mayoría la llamada «la iglesia de San Cayetano».
En memoria de su patrocinio, ejercido en favor de la ciudad durante una de las muchas plagas que la afligieron y la vaciaron de habitantes periódicamente, fue elevado a la categoría de patrón de Nápoles, de manera que su torso aparece en la fachada posterior de las puertas urbique napolitanas, con una inscripción que recuerda a su intercesión.
Sobre la vida de San Cayetano de Thiene, hay un libro del Setecientos, que forma parte de la biblioteca de la iglesia de Santa María de la Salud, popularmente llamada «iglesia d’or’ munacone» (es decir, el Santo que en Nápoles es el «mónaco» por excelencia, San Vicente Ferrer): «Vita di S. Gaetano Tiene patriarca de’ Chierici Regolari descritta dal Padre D. Gaetano M.a Magenis», Venecia 1726. En cuanto a la tradición del pesebre, una página atribuye su origen a nuestro Santo. Me di cuenta gracias a la notificación del rev. Don Giuseppe Rassello, cuando era pastor de esta que es una de las parroquias más pobladas de Nápoles.
Este es el facsímil de la página en cuestión
Te propongo a continuación una traducción.
«Si quieres conocer el origen de esos pesebres artísticos y comovedores, que en las celebraciones de la Navidad del Señor se exponen a la curiosidad piadosa y a la devoción de los fieles, en los que, compuestos de varias figuras, se representa el gran Misterio (del Encarnación) y se ven los tres personajes, el Niño, la Madre con su Esposo (San José), los pastores con sus ovejas, los gaiteros, los Reyes Magos con sus camellos y sus seguidores, los Ángeles que cantan gloria del Altísimo, el buey y el asno que con el aliento calientan el Niño recién nacido, la cabaña, la cuna y la estrella de Oriente; por tanto, si quiere conocer, como ya he dicho, el primer autor de estos pesebres, el fue Cayetano, cuando vivía en Nápoles; por la fuerte impresión que en este santo se mantuvo tras el privilegio recibido de la Virgen María, que puso en sus brazos el Niño recien nacido, mientras que, en la víspera de Navidad, estaba absorto en oración ante el pesebre real (= comedero) de Belén, transportado en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma; el santo se sintió alentado para construir un pesebre material, visible para todos, con esas representaciones que hemos dicho, para renovar todos los años la memoria del gran privilegio que había obtenido en Roma, y para hacer mas vivas en su espíritu las llamas de Amor divino, que a su vez tqueria transmitir en los corazones de los demás. De ahí su espíritu de alegría exultante, ahora regocijándose con la Madre de Dios, ahora cantando con los Ángeles el Gloria in excelsis, ahora escuchando las gaitas de los pastores, que introdujo para este fin en el pesebre, y ahora junto con los magos adorando al Niño digno de amor. Así que a los presentes, atraídos en gran número por la novedad del devoto espectáculo, nunca visto hasta ese momento, preicaba un sermón, pero mas con lágrimas (de la emoción), que con palabras y con tanta emoción por los que lo oian, que muchos, que hasta entonces habían sido insensibles e inflexibles a las amenazas (de castigo eterno) de los predicadores, se entregaban con lágrimas de arrepentimiento, a esos discursos conmovidos de Gaetano. Este invento de nuestro Santo mereció mucho aprecio por la ciudad de Nápoles, que en los años siguientes se vió introducir en otras iglesias, y luego pasando de un lugar a otro, hoy en día este uso se practica en casi todas partes, incluso en los hogares privados «.
Al comparar el paso con el episodio similar en relación con San Francisco, narrado por Tomás de Celano, del que ya he hablado aquí, se pueden ver los muchos puntos que tienen en común.
De acuerdo a nuestro texto, por lo tanto, San Cayetano concibió la idea de montar un pesebre siguiendo el privilegio concedido a él por la Virgen, aparecida en la visión, le entregó el niño Jesús, para que lo teniera en sus brazos. El episodio conmovedor se ha representado varias veces en el arte figurativo.
En la iglesia de los Santos Apóstoles, en la capilla de San Cayetano, una pintura de Agostino Beltrano representa la Virgen en el gesto de ofrecer el Niño al Santo. Por desgracia, las fotos que tengo de este marco no son muy claras, hechas en juventud con una cámara barata, aunque un sacristán muy amable (como todos los sacristanos napolitanos, por lo menos los de entonces) me dio una escalera, porque pudiera tomar las fotos.
Dos detalles son muy interesantes: en la parte superior, a la izquierda, se ve, en la imagen apenas, un belén, un verdadero pesebre. Siempre en la parte superior, a la derecha, el anuncio a los pastores.
En la parte baja, a la derecha, los pájaros y los lirios aluden a las famosas palabras de Jesús:
«25. no se preocupen por lo que han de comer o beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir […] 26. Fíjense en las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. […] 28. Y ¿por qué os preocupáis por el vestido? Observar cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. 29. Y sin embargo, os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos «(Mateo 6,25-34).
Con este particular, el artista ha querido recordar al espectador que en Nápoles, y ahora todo el mundo católico, San Cayetano recibe el gran título de «Santo de la Providencia».
En base a la evidencia que te he presentado y que también te corresponde a ti evaluar, diría que en la historia del pesebre los méritos entre San Francisco y San Cayetano se deben compartir por igual: sin uno u otro de estos dos Santos, no es concebible el pesebre como la conocemos, y como estamos acostumbrados a «hacerlo».
Porque, después de todo, en la escritura de estas notas, mi intención no es sólo hacerte saber la historia del pesebre, pero sobre todo darte la motivación para «hacer» el pesebre, si aun no lo haces, o «hacerlo mejor» si ya tienes esta hermosa costumbre.