La artesanía del pesebre napolitano y de los «pastores» tiene su corazón en San Gregorio Armeno, pero se puede decir que es todo el casco antiguo a vivir, trescientos sesenta días al año, esta antigua tradición que en Nápoles es una genuina pasión.
Nápoles es una ciudad griega, fundada no por los Griegos del Continente, sino de los de la Magna Grecia, precisamente por los habitantes de Cuma, que está a poca distancia en el otro extremo del Golfo.
Lo Cumanos la fundaron por primera vez, tal vez en la colina de Pizzofalcone, a continuación, la destruyeron, por celos o por otras razones, después, la reconstruyeron en un lugar situado entre las colinas y el mar, que le da el nombre, que aún conserva, de «nueva ciudad «, colocado bajo la protección de la Sirena Parténope.
Eso fue en el siglo V a. C. Un arquitecto de Mileto, Hipodamo, ya había propuesto, para la estructura de una ciudad, el patrón de tablero de ajedrez, con calles que se cruzan en ángulo recto.
Era una idea brillante, porque los vientos procedentes del mar subían a lo largo de las calles verticales, desde las colinas hasta la playa, purificando el aire, pero sin perturbar la vida que tenia lugar en las arterias, más largas, paralelas a la costa.
Las principales arterias, con orientación este-oeste, fueron más tarde, con nombre latino, llamadas «decumani«, las calles con la dirección norte-sur tenían el nombre de «cardini«. Y nosotros, aún hoy en día, usamos estos términos cuando hablamos de las calles de Nápoles, ya que el viejo centro conserva la configuración de la ciudad griega romana.
Los tres decumani corresponden hoy a las tres carreteras principales llenas del fervor de la vida y de las actividades del pueblo napolitano.
El decumano superior corresponde al trozo de calle que va por el nombre general de «Anticaglia», porque se ven los arcos, restos del antiguo teatro romano, por la presencia de los cuales el camino tiene una forma curvada. Fue aquí que el emperador Nerón con su arte escénico fascinó tanto los Neapolitani del tiempo, que ni siquiera un fuerte terremoto tubevel poder de alejarlos del espectaculo.
En esta calle, hace unos años, un pequeño taller de zapatero exponia, en Navidad, una hermoso pesebre de corcho, con «pastores vestidos» del Setecientos. El banco con las herramientas del zapatero parecía una continuación del pesebre y el artesano a sí mismo se movía con tanta naturalidad en el pequeño espacio, que él mismo parecia formar parte de la representación del pesebre.
La Iglesia de San Pietro a Maiella no está dedicada, ya que es fácil equivocarse, al Príncipe de los Apóstoles, sino a San Pietro da Morrone, el famoso Papa Celestino V, difamado por muchos críticos de Dante por atribuirle la cobardía de ese «gran rechazo», por el que Dante expresa su indiñación en el segundo canto.
A lo largo de este decumano se encuentran la Capilla del Pontano, la iglesia de Santa María la Mayor con el campanario de la Pietrasanta, la iglesia de Santa María del Purgatorio ad Arco, famosa por el culto de las «almas del Purgatorio», muy comun y sentido en Nápoles, las Arcadas del Anjou, hasta la Piazza San Gaetano, que corresponde a la antigua ágora (lo que los romanos llamaban «el foro»), que era el centro de la calle de la ciudad. Aquí había el templo dedicado a los Dioscuros, hoy iglesia de San Paolo Maggiore, y la «basílica» (el espacio en el que se llababan a cabo todos los asuntos, públicos y privados, y se administraba la justicia), hoy iglesia de San Lorenzo Maggiore. A lo largo del decumano, no te pierdas, además del testimonios de la historia, que te he señalado, los talleres artesanales de cerámica, que en algunos casos se elevan hasta el verdadero arte.
Desde la Piazza San Cayetano se aparta Via San Gregorio Armeno, popularmente Santo Liguoro, que corresponde precisamente al cardine mayor. Sus características notas consisten en el campanario-puente del monasterio de San Gregorio Armeno, y uno de los últimos fondaci, sobrevivido al Saneamiento (que poco saneó y mucho destruyó), en el que ejerció su actividad Giuseppe Sanmartino, el escultor del Setecientos, famoso por el Cristo velado en la capilla de San Severo, el mismo no ajeno al arte del pesebre: mochas de sus cabezas de «pastores vestdos» se conservan en el Museo cívico en la Cartuja de San Martino.
La extensión natural de esta calle, mas allá del cruce con Via San Biagio dei Librai, lleva el significativo nombre de Via dei Figuranti, que podría haber sido aplicado a toda la calle, habitada por los modeladores de «figuras», si la presencia del monasterio de Santa Patricia no hubiera aconsejado de colocarla bajo la protección del santo cuyas reliquias se guardaban allí.
El decumano inferior se conoce como «Spaccanapoli«, porque si uno admira desde arriba, por ejemplo, de la plaza en frente de la Cartuja de San Martino, parece dividir la ciudad en dos partes exactamente.
Esta arteria, incluso en los tiempos antiguos, cuando delimitaba la ciudad hacia el mar, era ferviente de vida y laboriosidad, por la presencia en las inmediaciones del puerto. Es una sucesión de calles, desde Piazza del Gesù, hasta el cruze con el Duomo, más allá del cual continúa con via Forcella.
A lo largo de esta calle se pueden visitar muchas iglesias, algunas de las cuales representantes del gótico dicho «angevino» porque introducido por la dinastía de Anjou, a la que Nápolesdebió su ascenso a capital: Santa Clara, que, junto con numerosas obras de arte, conserva los restos de una verdadera gloria de Nápoles, el joven carabiniere Salvo D’Acquisto, medalla de oro para el estado y «bendito» para la Iglesia; San Domingo Mayor, en el cual anexo convento dominico estudió Tomás de Aquino, autor de la Suma Teológica, para la cual es tradición que recibiera la aprobación del Crucifijo que todavía se venera en una capilla; en esta misma iglesia que también se conserva una Natividad de grandes dimensiones, que se encuentra en una «cueva», construida, dicen, con piedras traídas de Belén.
El palacio Filomarino era el lugar de la crítica y de la filosofía de Benedetto Croce.
Pero la característica que más nos interesa, desde el punto de vista del arte del pesebre, es la Via San Biagio dei Librai, llamada así porque a lo largo de ella había numerosos impresores y libreros, uno de los cuales era el padre de Giambattista Vico, el gran filósofo de la historia, que de esta calle vivió y meditó su Scienza Nuova. Pero antes de entrar en ella, dirije tu atención a la iglesia de Sant’Angelo a Nilo, que, en la capilla Brancaccio, alberga una de las más valiosas obras de Donatello, el bajo relieve de la Asunción.
San Biagio dei Librai comienza a partir de una pequeña plazuela llamada «Cuerpo de Nápoles«: Aquí, la estatua del río Nilo, apoyada sobre un lado, se creía, cuando se le privó de la cabeza con barba, la imagen de la sirena Parténope, sobre cuyo cuerpo la leyenda dice que la ciudad había sido construida.
Largo Corpo di Napoli, dominada por la escultura de mármol del dios del Nilo.
fuente WikipediaA lo largo de esta calle, además de algunos bares donde se puede disfrutar de un café que se acerca al mítico «néctar de los dioses», encuentraras las tiendas de los más variados productos artesanales, no sólo del pesebre, desde aquí hasta el Largo «Del Divino Amore», justo antes de llegar a la via del Duomo. Es en uno de estos talleres que Luca Cupiello, en la famosa comedia de Eduardo De Filippo, fue a comprar los tres reyes, después de haber encontrado un roto, durante la ceremonia del «scartoccio».
Arte, tradiciones, leyendas, vida popular está indisolublemente unido en estas calles que conforman el casco antiguo de Nápoles: y sólo si podras capturar estos enlances podras comprender plenamente el encanto del pesebre napolitano.